CARTA A LA COORDINADORA
Estimada coordinadora,
En estos tiempos tan tecnológicos
me encuentro en la distancia cuando a veces necesito el contacto visual, el
tacto visual, quizás para verme, para aceptarme, para hablarme y para hablarte:
para hablarnos.
Son tiempos en los que mi voz enmudece
(y no por no tenerla) y me siento inútil, y sin embargo, con esa osadía que da
la ignorancia y no por la ignorancia en si, es el temor a lo deseado, el miedo
a lo conocido.
Y siempre el temor a no decir lo
correcto, lo “políticamente” correcto.
El querer contentar a todos, me
pasa factura, y cuando tomo una decisión, me invade un sentimiento de culpabilidad:
se me interioriza. Entonces me sumerjo en la burbuja del “pasotismo”.
Quisiera que con este taller fuera
capaz de seguir descubriéndome y me desprendiera de esa máscara de quita y pon;
esas máscaras que almaceno en mis armarios revueltos que ya no sé si están allí
o acá, y que elijo según el día, según el propósito del día.
Esto ya sé que al final no es una
carta. Es una reflexión conmigo. Siempre me pasó, me pasa, me ha pasado lo
mismo con mis cartas.
Aunque aún recuerdo aquellas primeras
cartas que escribía a mis “abuelitos” en las que les contaba lo que había
hecho, y lo que quería hacer cuando volviera, y de las ganas que tenía de ir a Uceda a pesar de que estuviera de
vacaciones en la playa con mis padres y hermanos. Eran tan amorosas aquellas
cartas…
Con todo mi afecto con estas
palabras y con las que están por decir,
C
Evidentemente, te queda por escribir una carta.
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